La cultura de la Paz

Hernando Vanegas, Blog Postales de Estocolmo.

16 marzo 2013

El desarrollo del capitalismo deformado en Colombia –industrialización con reaccionaria tenencia de la tierra, dependencia de Estados Unidos, saqueo de recursos naturales, etc- ha sido complicado con la cultura violenta agenciada desde las esferas de poder. Esa cultura ha sido evidenciada en la llamada « La Violencia » de los años 50 que adelantando el despojo de campesinos produjo más de 300.000 muertos.
 
Posteriormente con el sofisma de las « repúblicas independientes” –figura que hoy es socorrida por los terratenientes-ganaderos y sus voceros en el gobierno-, se produce el ataque a Marquetalia, zona campesina del centro del país (departamento de Tolima), ataque que dió nacimiento a las FARC, las cuales se han desarrollado como guerrilla de defensa campesina hasta conformar las FARC de hoy, las FARC-EP.
 
En la década de los 60-70 un nuevo elemento viene a distorsionar el « desarrollo » del capitalismo en Colombia. El narcotráfico. Traído por ciudadanos de Estados Unidos (un tal Jimmy en la Sierra Nevada), el narcotráfico vino a ser la « perla del reino » al que los sectores tradicionalmente corrompidos querían para sí o tener muy cerca. Los corruptos politiqueros vieron acrecentar así su poder y los militares vieron el instrumento ideal para adelantar su « guerra contrainsurgente », recetadas por miembros del gobierno de Estados Unidos.
 
De la mano de estos dos sectores, el narcotráfico permeó la sociedad colombiana. Se produce la « traquetización » de la vida de la « sociedad » y el cambio de valores morales que veían « normal » la forma fácil de hacer dinero y la cultura colombiana se « traquetizó ». Los ríos de dinero corrieron a raudales y los « narcos » compraban haciendas, ganderías que competían con los tradicionales y reaccionarios ganaderos, equipos de fútbol (Nacional con Botero a la cabeza, América con el Cartel de Cali, etc), contrataban conjuntos de múscia vallenata, mejicana y de despecho, y hasta el « capo de capos », Pablo Escobar Gaviria, incursionó en la política y hasta hay una foto del entonces presidente César Gaviria Trujillo saludando efusivamente al otro delincuente.
 
La « cultura de la violencia » tuvo aquí su máximo impulso ya que las mafias del narcotráfico llevan consigo mismas la violencia. En los « negocios » mafiosos es normal que las deudas se cobren con la vida de la otra persona y el desprecio de ésta es la regla. « La debes, la pagas ». El colombiano común y los de la alta sociedad, obnubilados por el dinero fácil, se « traquetizaron » e hicieron suya esta forma de vel la vida del subproducto del capitalismo. Nunca jamás las mafias defienden el socialismo, por el contrario, son sus enemigos connaturales ya que en la base de los negocios mafiosos está la propiedad privada.
 
Esa « traquetización » fue aprovechada desde sus inicios por los sectores militaristas quienes adelantaban –y adelantan- la más cruel y seviciosa « guerra contrainsurgente », amparados por la Doctrina de Seguridad Nacional. El país y el mundo conoce a los extremos que ha llevado ésta traquetización y la incalculable crisis humanitaria que vive Colombia. 500.000 víctimas son apenas un pálido reflejo de los horrores sufridos por las clases pobres y clases medias del país.
 
Por ello, se hace indispensable alcanzar la solución política al conflicto interno a fin de ir sembrando en el imaginario colectivo la « cultura de la Paz ». Debemos adelantar una pedagogía de la Paz que inculce en los niños, jóvenes, adultos, ancianos, los valores perdidos de honestidad, transparencia, lucha contra la corrupción, y contra las formas violentas de solucionar los conflictos en la sociedad. No se alcanzará la Paz sino la sembramos en la mente de todos y cada uno de los colombianos. Solo así podremos vivir la vida en paz, con justicia social. Solo así podremos disfrutar los derechos humanos a que tenemos « derecho » por el simple hecho de ser humanos.

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